09 de diciembre Día Mundial de la Informática
La inteligencia artificial irrumpió en nuestras vidas con una fuerza innegable, transformando la forma en que trabajamos, nos relacionamos y entendemos el mundo. Sin embargo, esta revolución tecnológica brinda interrogantes sobre el impacto que tiene en la sociedad y las empresas.
*Por Fabián Ruocco, Director Ejecutivo de Vintecar 4.0.
Si internet fuera una playa, toda la información que provee serían kilómetros y kilómetros de arena. Eso es el Big Data. Mientras que los baldes de colores que llevan los niños para jugar, es la Inteligencia Artificial (IA). Como una matriz lógica algorítmica, su función es responder a nuestras necesidades y darle forma a lo que le solicitamos. Un castillo, una sirena, cualquier cosa que le pidamos.
Desde su irrupción en el ojo público, la IA genera a nivel global entusiasmo y preocupación por parte de la mayoría de los usuarios digitales. A modo de ejemplo, los prompts u órdenes de Chat GTP o Gemini de Google ayudan a los redactores de cualquier campo a reducir horas de trabajo. Pero, a su vez, la misma función interviene en las trayectorias educativas de los estudiantes, que abusan de esta tecnología para hacer resúmenes y trabajos finales, confiando ciegamente en los datos que ofrecen.
Las empresas tampoco se quedan atrás. Impulsados por lograr tareas de mayor eficacia, adquieren tecnologías desconociendo sus riesgos. Así se vuelven vulnerables a la posibilidad de un hackeo o robo de datos, cuyos fines desconocen. Quedan expuestos a posibles sesgos de discriminación e injusticias humanas que se pueden cometer en la transmisión del lenguaje.
Las películas de ciencia ficción ya mostraron un centenar de veces que las máquinas no tienen corazón, ni mucho menos un pensamiento crítico o ético. Esa tarea está en nosotros, los seres humanos y sobre todo los profesionales. Volviendo a la metáfora del principio: ¿cómo hacer que esos castillos de arena que armamos con un balde no se conviertan en terribles dragones que amenazan nuestra estancia en la playa?
En agosto de este año, el magnate en robótica y tecnología Elon Musk se posicionó a favor de una Ley californiana para la regulación de las IAs. “He defendido la regulación de la IA, al igual que regulamos cualquier producto o tecnología que represente un riesgo potencial para el público», escribió en X, su red social. No es la primera ni la última vez que el empresario sudafricano reflexiona y predice sobre el futuro de los procesadores de datos.
Por otro lado, en Argentina, más compañías se suman a la tendencia de cuidar su información, prohibiendo a los trabajadores que compartan estos datos a aplicaciones desconocidas. Ya en 2023, según los datos oficiales de la Dirección Nacional de Ciberseguridad, se registraron en nuestro país un total de 379 incidentes de seguridad informática en entidades estatales, financieras, transporte, energía y otros. Entre los delitos digitales se destacan el uso no autorizado de los recursos y los derechos de autor así como la suplantación de identidad.
Ignorar qué o quiénes están detrás del algoritmo de una IA puede tener consecuencias terribles y para enfrentarse a ellas hacen falta herramientas claras, con algún tipo de validación. Para ayudar a los ciudadanos, entidades y pymes a responsabilizarse sobre la información que le están delegando a las IAs, existen organismos como el Instituto Argentino de Inteligencia Artificial. Inaugurado en julio de este año después del boom de Open AI en 2023 y el entusiasmo del actual gobierno, desde 2018 que trabajamos con distintos profesionales y universidades en áreas como educación, salud, economía, agricultura e hidrocarburos.
La IA no solo puede ser una buena herramienta para el desarrollo de las entidades privadas y públicas, también puede generar talentos y, al contrario de lo que se piensa, crear empleos a nivel local. En el mundo de las grandes empresas IT, son muchos los jóvenes estudiantes de Latinoamérica e India que empiezan sus carreras allí. Los sueldos para estas organizaciones son baratos, pero para nosotros, debido a la diferencia cambiaria, son importantes. Así la profesión de estos chicos se termina convirtiendo en una changa más.
El desarrollo de la IA, de la mano de especialistas que la conduzcan a un horizonte ético, comprometido, confiable e inclusivo, puede hacer un impacto positivo en las comunidades. Es en este contexto que el Premio INARIA -cuya convocatoria arranca en febrero de 2025- cobra especial relevancia. El evento invita a participar a todo tipo de instituciones académicas, empresas tecnológicas, organizaciones gubernamentales, ONGs, entre otras. Busca reconocer iniciativas que apliquen la IA bajo estándares éticos y con casos exitosos para ponerlas en valor a la sociedad.
Al igual que un niño construye un castillo de arena con cuidado para mostrárselo a sus amigos, debemos ser responsables con estas nuevas tecnologías. Argentina tiene la oportunidad de convertirse en un referente en el desarrollo de una inteligencia artificial ética. Al fomentar la investigación y la colaboración entre diferentes actores del ecosistema tecnológico, se puede construir un futuro donde la IA sea una herramienta para el desarrollo social y económico de nuestro país.