Rufino | Nueva propuesta y un mismo espíritu: una oda a la cocina argentina
Después de dos años de pandemia, este restaurante reabre sus puertas dentro del hotel Mío Buenos Aires con una propuesta reversionada y más fresca, siempre inspirada en platos clásicos argentinos en los que carnes y vegetales son protagonistas por igual.
Casi como si se tratara de un speakeasy, el encanto de Rufino se descubre en el subsuelo del hotel boutique Mío Buenos Aires de Recoleta. Con detalles de sofisticación y un ambiente relajado, el restaurante se inauguró a mediados del 2018 y hoy -pasada la pandemia por covid19- brinda una propuesta renovada pero que mantiene su esencia original: rendir tributo a la cocina argentina. Productos típicos y recetas tradicionales con toques de vanguardia se disfrutan con una cuidada oferta de vinos y cócteles.
La experiencia comienza desde el ingreso cuando diseño, iluminación y musicalización se prestan para vivir un momento único. Al bajar unas escaleras se llega a un salón elegante y moderno. Un gran sillón y una barra de cócteles enmarcada entre estantes de vinos invitan a empezar la noche con una copa. Tras pasar la recepción se vislumbra una pared intervenida que guarda relación con la temática del menú. Con elementos en madera y hierro, el espacio se divide en sectores: desde una barra con cómodas banquetas, pasando por mesas para dos y cuatro personas hasta boxes con sillones que ofrecen mayor intimidad. Desde el interior se observa una pequeña terraza con una cascada tan distinguida como relajante que se combina con una moderna luz de neón con el nombre de la marca, lo cual genera un clima tranquilo y chic.
En este entorno se disfrutan creaciones que enaltecen nuestra gastronomía, protagonizadas por carnes seleccionadas y vegetales de estación que son trabajados con igual dedicación. Leo Lanussol y Ariel Argomaniz -dos cocineros con experiencia en las mejores cocinas de Europa y gran rodaje en la escena local- fusionan lo clásico y lo innovador de manera armoniosa, dando lugar a platos que sorprenden al paladar con alguna “vuelta de rosca” en sus colores, aromas y/o sabores.
La velada comienza con una serie de platitos fríos y calientes entre los que destaca el puré de berenjenas asadas con pimentón y semillas de sésamo tostadas, los hongos a la chapa con espinacas y almendras, las empanadas fritas de asado cortado a cuchillo o de humita con verdeo y queso feta (se sirven con una salsa picante de tomates), el chorizo artesanal (con ensaladita criolla y chimichurri), la morcilla (con chucrut de repollo con pasas de arándanos y nueces y dip de chutney de tomate y manzana) y su versión del revuelto gramajo, entre otros.
En la sección de Principales se exhiben carnes y verduras asadas. Son protagonistas el ojo de bife a la parrilla con manteca de chimichurri y ajo; la coliflor asada con yogurt, hierbas frescas y alcaparras; el costillar del centro cocido a baja temperatura por seis horas; los gajos de zapallo marinados con queso feta; el bife de chorizo con manteca de hierbas y jugo de carnes; la remolacha asada con ricota, naranja y eneldo; y la entraña a la parrilla con ajíes en vinagre y romero.
El final dulce se acompaña con postres tradicionales como flan casero con dulce de leche colonial y crema de vainillas, panqueque quemado con dulce de leche caramelizado y salsa toffee, y cremoso de chocolate con crocante de frutos secos y cristales de sal marina patagónica.
Su carta de bebidas luce vinos ordenados por intensidad, de ligeros a intensos, que invitan a viajar por distintas regiones y terruños del país. Además, su coctelería de autor propone espirituosas combinadas con frutas tropicales y cítricas, almíbares artesanales y gaseosas naturales. Algunos recomendados son el Pasionario (tequila José Cuervo, maracuyá, lima y Hesperidina), el Argenpisco (pisco sour tradicional con un toque de Malbec) y el Rufina (ron, mix de cítricos, maracuyá, frutos rojos y soda).
Rufino regresa para formar parte de los restaurantes abanderados como Marti y Gioia que hoy en día le han dado una visión más moderna y fresca a un barrio tan tradicional como Recoleta.