Medicina de estilo de vida: educar para prevenir

 

Nutrición adecuada, ejercicio, control del estrés y suspensión del tabaquismo son los nuevos protagonistas en el tratamiento y manejo de enfermedades crónicas. Si bien cada vez son más las personas que llevan un estilo de vida saludable e incorporan el ejercicio a su rutina diaria, también es cierto de las nuevas tecnologías propician un estilo de vida sedentario que, sumado al consumo de ultraprocesados, atenta contra la salud de la población. Sobre la importancia de educar para prevenir conversamos con la Dra. Julieta Etcheverry, especialista en el área y Directora del Curso de educación para la salud y prevención de enfermedades crónicas no transmisibles de la Universidad ISALUD.

“Todas estas enfermedades han sido encaradas mediante la medicina tradicional, que tiene que ver con lo asistencial: medicación para controlar la diabetes, la presión, etc, haciendo hincapié en lo farmacológico o, cuando las lesiones ya están establecidas y la situación se agrava, se pasa a la etapa quirúrgica. La medicina de estilo de vida aparece como una nueva especialidad que ofrece la opción de ayudar a prevenir estas enfermedades y, además, es una alternativa válida con la suficiente evidencia científica para ser confiable y que, sin dejar de lado cuando se necesitan los fármacos u otras acciones un poco más intervencionistas, aporta en forma efectiva una forma de tratamiento indispensable porque es la única manera de no volver a repetir el problema, a través de la adherencia de nuevos y mejores hábitos saludables”, explica.

La Medicina de Estilo de Vida, ¿qué es?
Es una nueva especialidad que ha surgido para poder dar respuesta, mediante intervenciones sobre el estilo de vida que no implican el uso de medicamentos, al tratamiento y manejo de las enfermedades crónicas. Los agentes que intervienen en la población no sólo a nivel comunitario sino también individualmente, se encargan de comunicar de manera efectiva acerca de la prevención de estas patologías crónicas, ayudando a mejorar la calidad de vida y evitar la discapacidad prematura. Ya que los individuos que presentan enfermedades crónicas no transmisibles, son más vulnerables de ser afectados por enfermedades transmisibles como gripe aviar, H1N1, COVID-19 etc.).

“Los factores que influyen negativamente en el aumento de ECNT en la población son todos los relacionados con un estilo de vida no saludable: el sedentarismo, la falta de ejercicio, una mala alimentación, exceso de grasas saturadas, sales y azúcares en la dieta, y alimentos de baja calidad nutricional. Además, aparece el estrés, que influye negativamente en el resto de los factores, como también el tabaquismo, alcoholismo, la ingesta de determinados fármacos en exceso como tranquilizantes o hipnóticos y el conjunto de estos malos hábitos genera una predisposición a contraer estas enfermedades. Otra cuestión fundamental que ha surgido durante los últimos años es el descanso no adecuado, que produce una alteración del metabolismo y condiciona a los individuos a un estado de inflamación crónico, ya que se produce el estrés oxidativo y el deterioro del funcionamiento de diferentes órganos”. Además, resalta que “los hábitos más nocivos no detectados pueden ser el exceso de horas frente a las pantallas que altera el estado de alerta y genera trastornos del sueño, hiperactividad, nerviosismo y adicción, que es algo que no detectamos y que se encuentra en constante aumento”.

En relación a la edad en que aparecen este tipo de enfermedades, la especialista afirma: “Antes las ECNT eran particularmente visibles en pacientes adultos de mediana y tercera edad, pero actualmente la población más joven está padeciendo enfermedades de este tipo ligadas al estilo de vida, por no respetar los horarios de la comida, comer mal y en consecuencia recaer en la obesidad, que es en sí un factor de riesgo y una enfermedad desencadenante de muchas otras enfermedades, generando un “efecto dominó”. La realidad es que los malos hábitos que se llevaron a cabo durante mucho tiempo, a partir de los 40 años suelen desencadenar enfermedades tras una lucha del cuerpo por intentar acomodarse a situaciones no habituales”.

Para finalizar, la Doctora afirma: “Cuando una de las enfermedades comienza, produce que otros órganos empiecen a funcionar mal como consecuencia de esa primera alteración metabólica, como es el caso de la diabetes, que puede tener un antecedente familiar pero que actualmente, aunque se sabe que aunque esté en la genética, lo que desencadena la enfermedad son los hábitos de vida no saludables, por eso hay que hacer hincapié y resaltar siempre lo importante que es la detección y educación temprana de buenos hábitos”.

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